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jueves, 2 de marzo de 2017

El abandono escolar preocupa en todo el mundo. Técnicamente es un modo de medir
la situación educativa de una nación, utilizado en toda la Unión Europea a partir de la
Conferencia de Lisboa del año 2000. Es el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 años
que han alcanzado como máximo la educación secundaria inferior (obligatoria) y no continúan
estudiando o formándose a fin de alcanzar el nivel que para el siglo XXI se ha definido como
deseable: la educación secundaria superior (post-obligatoria). En España, tradicionalmente se
ha medido el "fracaso escolar", es decir, el número de alumnos que no consigue alcanzar los
niveles exigidos en la educación secundaria obligatoria. Pero en el resto de Europa se prefiere
medir el éxito educativo, considerado como la tasa de acceso a la educación secundaria
superior. Sin embargo, conviene tener presente también los datos del fracaso escolar, si
queremos tomar medidas eficaces, porque es evidente su enorme influencia en el abandono.
En nuestro país, a principios de los 90 era del cuarenta por ciento, y desde mediados de esa
década nos hemos estancado alrededor del 30-31%, sin que las sucesivas reformas educativas
hayan servido para reducir esa cifra, que está escandalosamente lejos del 10% marcado por la
Unión europea. Sin embargo, el hecho de que haya comunidades como el País Vasco o
Asturias con un 16%, mientras otras como Valencia con un 37 y Baleares con un 40, muestra
que el problema puede tratarse con mayor o menor eficacia.

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